Seguramente alguna vez te has sentido triste e impotente al ver a un perro o gato con carita de “yo no fui” pidiendo comida a las afueras de una tienda o restaurante, incluso es posible que te hayas preguntado qué hacer al ser perseguido por un perro después de que lo acariciaste para saludarlo, o al notar que un gato está corriendo peligro por querer cruzar una carretera.
Desafortunadamente situaciones como estas son muy comunes, ya que los animales callejeros se han vuelto parte del paisaje en muchísimas ciudades y pueblos del mundo, especialmente en los países en vías de desarrollo como Colombia. A través del tiempo se han generado diferentes estrategias para luchar contra esta realidad, que afecta tanto a los animales como a las personas que pueden entrar en contacto con ellos. En este artículo veremos la importancia del control de las poblaciones de caninos y felinos sin hogar y las posibilidades para hacerlo.
Para poder entender la necesidad de implementar acciones de control sobre las comunidades de animales callejeros, es necesario tener presente su tasa de crecimiento poblacional. Se estima que una perra que se reproduce libremente alcanza a tener 16 cachorros en 1 año, lo que significa que, si no cambian las condiciones de ella y sus camadas, en 3 años esa hembra se convertirá en 512 perros vagabundos. Asimismo, una sola gata que se encuentre en el mismo estado puede transformarse en 376 gatos sin hogar en el mismo lapso de tiempo, lo que eventualmente se traduce en una problemática de salud pública (Martelo, 2016a; Miró & Torner, s.f).
Foto tomada por: Maria Paula Vélez
Poniendo como ejemplo a algunas de las ciudades principales de Colombia, tenemos estimaciones de que en Bogotá existen alrededor de 935.374 perros y 334.666 gatos abandonados (Martelo, 2016a) y que el 10% de los que son más afortunados y cuentan con propietarios, deambulaban libremente debido a la falta de conocimiento de éstos sobre la importancia de una tenencia responsable (Alcaldía Mayor de Bogotá, 2018). En esa misma vía se encuentra Cartagena, uno de los íconos turísticos del país, donde para el año 2014 se calculaba una población de animales vagabundos de alrededor de 300.000 individuos. Por otro lado, en Medellín, que ha sido una ciudad pionera en temas de bienestar animal, se habla de 800 caninos y felinos en las calles y aproximadamente 1.500 albergados (Martelo, 2016b).
Si bien muchos de estos animales nacen y viven toda su vida en las calles, hay muchos otros que son abandonados por sus propietarios bajo diferentes excusas, aumentando las cifras de las poblaciones callejeras. En un país como España, por ejemplo, se calcula que cada año son abandonados más de 90.000 perros y un número aún mayor de gatos, siendo casi la totalidad de éstos de razas mestizas y producto de camadas no deseadas (Miró & Torner, s.f).
Foto tomada por: Maria Paula Vélez
Según la OIE (Organización Mundial de Sanidad Animal) y la WSPA (Sociedad Mundial para la Protección de los Animales), el control de los caninos y felinos en situación de calle debe hacerse teniendo en cuenta una combinación de medidas que incluyen (OIE, 2009; WSPA, s.f):
● Educación: Para que las personas aprendan cómo tener una mascota de forma responsable, cómo cuidarla y proporcionarle una vida digna, cómo mantenerla sana y asegurarse que ella y su posible descendencia no representen riesgos para las personas sino que sean considerados compañeros de vida.
● Registro: Que todos los perros y gatos que tengan propietarios estén registrados en una misma base de datos para que se pueda lograr su identificación y control.
● Control reproductivo: Tanto los animales con propietarios como los callejeros deben tener una reproducción controlada, con el fin de evitar el nacimiento de cachorros no deseados que puedan agregarse a la lista de abandonados o maltratados. De esta manera se busca garantizar un equilibrio entre las personas que quieren adquirir una mascota y la cantidad disponible de éstas.
● Recolección y reubicación: Los caninos y felinos que estén en las calles y sin supervisión de un propietario responsable deben ser capturados y reubicados con el propósito de ser entregados a sus familias (en el caso de mascotas extraviadas), ser dados en adopción o ser devueltos a las zonas donde se encontraron (sólo en situaciones específicas y bajo supervisión) después de haberse vacunado, desparasitado y/o esterilizado.
● Manejo del medio: Controlar las basuras y los desperdicios humanos para que no se conviertan en fuentes fáciles de alimento para los animales en las calles.
● Control e inspección: de los criaderos de caninos y felinos para garantizar un buen manejo de los mismos y disminuir la tasa de abandonos causada por la sobrepoblación.
● Eutanasia: Es el último eslabón y se debe realizar únicamente por personal entrenado y en los casos en que, por motivos comportamentales o sanitarios el animal no pueda ser reubicado o dado en adopción, o cuando la cantidad de perros y gatos que se tengan supere la capacidad de carga de un centro y ésta sea la única alternativa para mantener al resto en buenas condiciones.
Foto tomada por: Mariana Orjuela
Como vimos, la sobrepoblación de perros y gatos sin hogar es una problemática multifactorial que necesita ser abordada desde varios frentes y, sea cual sea la estrategia que se emplee para su control, requiere la acción tanto de agentes particulares como estatales.
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