Resulta difícil pensar que los médicos veterinarios no seamos tenidos en cuenta cuando de abordar zoonosis se trata. Sin entrar en debates que no vienen al caso, y entendiendo que cada profesión tiene un área donde poner su conocimiento al servicio de la sociedad
Hay un hecho claro: los intereses profesionales de los veterinarios actualmente se han ampliado hacia esferas que antes eran poco exploradas, por ejemplo, la valoración de especies que han sido víctimas del tráfico ilegal, la degradación de la selva Amazónica y otras reservas forestales, el mar y sus poblaciones, el bienestar de los animales de producción, la epidemiología, la biología molecular entre muchas otras cosas más; por lo tanto, no es fácil comprender cómo el papel del médico veterinario en algunos países y sectores sigue siendo percibido como el de aquel que sólo puede recetar o vender medicamentos (claro, no hay nada de malo en ello, esa es un área muy importante de nuestra profesión, pero ¡no es la única!)
El proceso salud-enfermedad, tanto en las personas como en los animales, obedece a dinámicas muy complejas y que, en muchos casos, exceden el plano netamente biológico u orgánico. La formulación de una pauta médica o realizar una cirugía es parte de nuestro quehacer; sin embargo, no es la única labor en la que nos podemos desempeñar. Con mucha atención y con cierta curiosidad hemos escuchado a varias personas decir “a mí no me gustan los animales”, pero después hacen una gran lista de lo que disfrutan comer. En esa paradoja, cabe preguntarnos ¿tal vez no les gusten los animales vivos, pero disfrutan de ellos en su desayuno, almuerzo y comida? Si usted es uno de esos, permítanos decirle que para que se pueda sentar tranquilamente en su mesa a degustar sus preparaciones, muchos veterinarios han tenido que participar silenciosamente en el proceso.
Foto de peces tomadas por Manuela Echeverri en la lonja de Vigo, España
Foto de peces tomadas por Manuela Echeverri en la lonja de Vigo, España
Para que los alimentos lleguen a los supermercados deben seguir una serie de pasos que, como consumidores, no vemos; no obstante, desde que la gallina está en la jaula o si es criada en libertad, o desde que la vaca debe ser ordeñada, incluso desde que el animal (sea cerdo, cabra, res, pescado etc) es sacrificado debe haber un médico veterinario en campo ejerciendo una vigilancia activa, inspeccionando y verificando que estos animales estén en condiciones de salud adecuadas. En esta perspectiva el rol del veterinario así como el de los 2,7 millones de productores que tiene Colombia resultan fundamentales en el mantenimiento de la seguridad alimentaria (DANE, 2014).
Foto tomada por: Mónica Herrera
Ahora bien, entendiendo las zoonosis como enfermedades infecciosas transmitidas de los animales a los humanos (OMS, 2020) resulta lógico pensar que seamos los médicos veterinarios los que más experiencia tengamos en ellas, total, la mayoría de especies con las que trabajamos son las que representan un peligro potencial para las personas; sin embargo, con la actual contingencia originada por el COVID-19, los diferentes colegios de veterinarios en varios países han levantado su voz en contra de la invisibilidad y falta de inclusión del gremio para elaborar las políticas de salud pública. Ante esta situación, en España por citar un ejemplo, los más de 30.000 veterinarios españoles llegaron a poner al servicio del gobierno toda su infraestructura, equipos y conocimiento para hacerle frente a la crisis sanitaria vivida durante los meses del estado de alarma y a través de FESVET, Federación de Sindicatos Veterinarios, se le pidió al presidente, incluir la profesión en el Comité Científico Técnico del Gobierno para abordar el virus (Fesvet, 2020), lo cual fuera de lamentable demuestra el poco entendimiento de la trascendencia real de la medicina veterinaria. Por suerte, en lugares como Alemania, el Instituto Nacional de Salud Pública que se encarga de ejercer las actividades de control y prevención de enfermedades, ha estado bajo la directriz del profesor Lothar Wieler, médico veterinario de profesión (López, 2020) y en las islas Feroe, el también veterinario Debes Christiansen, encargado de las exportaciones de salmón, puso a disposición del gobierno su laboratorio para realizar las pruebas diagnósticas relacionadas con el coronavirus, contribuyendo así a la salud pública en las islas (Animal’s Health, 2020).
En este orden ideas, la propuesta es muy simple pero no por eso menos clara: recurrir a la visión “one health” (una salud), ya que esto ayudará a que se asuma y entienda las múltiples interacciones que hay entre la salud humana, animal y el medio ambiente, lo cual redundará en espacios de trabajo y equipos multidisciplinarios con enfoques mucho más amplios e integrales que involucren no sólo la perspectiva médica tradicional (Wendee, 2014), porque sólo así podremos plantear soluciones de largo alcance o por lo menos más realistas.
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